Val de Toran, un valle tan bello como desconocido de Aran.
Es martes y el cielo azul nos
anuncia un día excepcional. Salimos de Vielha, con los coches, siguiendo el
curso del Río Garona. Antes de que el río cruce la frontera y entre en
territorio francés, atravesamos un puente, a su derecha, y entramos en un valle
tan desconocido como bello del Aran: la Val de Toran. Un valle que se
caracteriza por la tranquilidad de sus bosques, sus caminos y sus pequeños
núcleos de población, y que esconde un importante pasado minero cuyos vestigios
salpican el paisaje desde la cabecera hasta el fondo del valle.
Seguimos recorrido en coche, paramos junto
a la pequeña cascada
d’Arbaet, que surge
directamente del bosque entre una espesa vegetación y que deja caer sus aguas al río Toran, un lugar
para un buen comienzo para relacionarnos un poco más y hacer unas preciosas fotografias.
El Tuc d’Emèr, ascendido por Ramón, Rosa y yo hace 5 años, preside el valle
mostrando orgullosamente sus verdes pendientes verticales. Sus laderas lo
arropan espesos bosques de abeto y haya, lugar ideal para las migraciones del
tímido oso que no entiende de fronteras. El río Toran además es enigmático ya
que el curso del agua aparece y desaparece, haciendo parte de su recorrido bajo
tierra cuando baja el nivel del agua.
Iniciamos el recorrido en el aparcamiento junto al refugio de
Era Honeria. Continuamos a pie por un sendero totalmente verde hasta una curva,
seguimos por la pista que conduce hasta presa deth Hons dera Coma, pero lo dejamos antes y nos adentramos
por un sendero en un hermoso bosque de hayas y que orilla el curso del río.
Disfrutamos de este entorno y nos llama la atención como Eneko (4 años) tiene
una habilidad especial en subirse por las rocas. El camino desciende por el
bosque hasta que se encuentra el río. Cruzamos por las piedras y Janide no
apoya bien el pie, lo que representa meterlo en las frescas aguas del río.
Seguimos subiendo suavemente por la otra vertiente hasta un cruce. Continuámos
a la izquierda entre ruinas de antiguas ” bordas”. El sendero aunque se
estrecha, está bien trazado. Flanquea y ofrece una buena perspectiva sobre los
prados y el valle. Cruzamos algún torrente y llegamos a un abrevadero y una fresquera
de piedra. Poco después se llega a Eth Pradet. Tomamos un tentepié para luego
retroceder unos metros sobre nuestros pasos y continuar a la derecha para
pararnos en una pequeña pero bella cascada, donde Jesús y Joan se marcan un
baile, descendemos hasta la carretera que nos lleva hasta nuestro punto de
partida. Las chicas, celosas de la foto que me he hecho con alevines y
benjamines, se hacen una foto conmigo.
Los Componentes de esta
preciosa excursión son: Eneko y Uxue, los benjamines, Jana, Naira y Joan son
los alevines, Alfredo, Janide, Ana, Jesús, Rosa, Ramón, Néstor, Pepi, Toni,
Montserrat y Josep representan la juventud madura. El paseo es un corto pero
precioso recorrido que va a buscar el escondido pueblo de Pradet.

Durante
el recorrido les he contado que cerca del refugio de Era Honeria existía una
fundición de hierro. Antaño fue un valle muy poblado: Canejan llegó a tener más
de 500 habitantes. La minería y la
ganadería han sido fuentes económicas en el pasado de esta zona, el contrabando
también tuvo su importancia. El oso pardo mamífero tímido y solitario
vive preferente en bosques de abeto, haya y roble ya que sus frutos junto a las
frambuesas y los arándanos constituyen la base de su alimentación.
Comentarios