Mientras
nos vamos juntando los participantes, miramos al cielo a ver si se abre algún
claro, una "fenetre", como dicen en Francia ya que el día está
cubierto.
Con buenos ánimos nos desplazamos
por la bella carretera del puerto del Portillón, disfrutamos de los
grandes abetos del bosque que atravesamos y, además, nos vamos fijando en los
hitos que hay en cada curva dedicados a los ciclistas españoles que han ganado
el Tour de Francia.
Una ves en la base del puerto, en
Luchon, tomamos el desvío que nos lleva hasta el Vallée du Lys para realizar la
ruta de las cascadas. Nos vamos preparando y en un momento estamos dispuestos a
caminar: Eneko, Uxue (los benjamines), Joan (el alevín) Alfredo, Janire Ana,
Jesús, Rosa, Ramón, Pepi, Toni, Joan y Carme.
Para empezar, tenemos que superar
casi 300m de desnivel por bonito bosque de hayas. A alguna se le
atraganta la subida, pero bueno, una vez superada nos detenemos un momento a
recuperar fuerzas. Pepi y Toni están sorprendidos con tanta belleza y no paran
de hacer fotos, eso si, Ramón no se queda corto con la cámara. En la subida,
nuestros pies se hunden en una tupida alfombra húmeda de hojas muertas, las
primeras cascadas, las llamadas del Corazón, el chapoteo del agua del arroyo,
el canto de los pájaros, contribuyen a crear un ambiente sobrecogedor.
Atravesamos un pradera y
enseguida nos adentramos en un bosque mixto de abetos y hayas tras atravesar un
puente sobre una cascada y un pequeño cañón. Tenemos que prestar atención, pues
las piedras están resbaladizas, lo que provoca que Carme resbale y se haga un
poco de daño en la muñeca. Disfrutamos del sendero que nos conduce hasta el
"Pozo del Infierno", una cascada que debe tener más de 70 metros de
caída en el interior del bosque. La admiramos desde un mirador que hay a media
altura, luego subimos a la parte superior para verla caer desde la altura y, a
la vez, contemplar la vista sobre el valle de Lys y la pequeña y bonita cascada
que hay un poco más arriba. Un buen sitio para sacar las viandas que
llevamos y disfrutarlas. Ana le pide a Joan que se modere con las galletas.
Rosa le pone a Carme la milagrosa pomada de árnica y parece que surge efecto al
poco tiempo.
El descenso hasta el fondo del
valle es muy bonito, pasamos por cascadas más pequeñas y rincones preciosos
hasta atravesar un bosque de avellanos. Continuamos descenso hasta llegar a las
sublimes Cascadas del Infierno y cerrar el recorrido en el aparcamiento.
Tres horas de deleite.
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